Qué lógica del tiempo..
Hacer de sí la obra, volver actor al otro
para que lo mismo improvise su forma,
su ilusión de único, inefable.
La perfección de un momento que habla
en los cuerpos, aúlla, aunque fallen las
palabras: blasfemias, abrazos
furiosos como un sonido atroz de
maravilla.
Él no cree y es su falta de fe lo que
prodiga.
Ella escucha el insulto amoroso del callar.
Liliana Lukín.
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